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La Revuelta de los Macabeos

Alrededor del año 333 a.C. Alejandro Magno derrotó al imperio persa y todos los territorios pasaron a estar en poder de los griegos, fue así como el pueblo judío adoptó rápidamente la cultura helenista (algunos hasta el punto de renegar su identidad judía), sin embargo la alta esfera de la sociedad judía, junto con la vasta mayoría de los judíos se mantuvieron leales al judaísmo. Este "rechazo" del estilo de vida helenista fue visto como una gran hostilidad por muchos griegos y fue considerado como una forma de rebelión. A mediados del siglo II a.C. Antiocus IV Epifánes, publicó un decreto, que prohibia la enseñanza y la práctica del judaísmo.  “Mucho después, el rey mandó un senador ateniense para obligar a los judíos a abandonar la ley de sus padres y para que dejaran de vivir según las leyes de Dios, y también para profanar el Templo de Jerusalem y llamarlo el Templo del Zeus Olímpico". Mac. 6:1-2.
 
Como consecuencia a las brutales persecuciones griegas se dio inicio a lo que se denomina la rebelión de los macabeos. La revuelta fue liderada por la familia sacerdotal de Matatías y sus cinco hijos, los cuales contra todas las probabilidades, vencieron al más grande y mejor equipado ejército griego.
Luego de tres años de batalla, Jerusalem fue liberada, el templo, que había sido profanado fue limpiado y dedicado nuevamente a Dios, los griegos fueron vencidos y el judaísmo sobrevivió.
 
Con el triunfo de la revolución de los macabeos, comenzó el periodo de independencia judía. Luego de la muerte de Simón (último hijo de Matatias), su hijo Juan Hircano I (134-104 a.C.), fundó la Dinastía Asmonea, durante este periodo Judea expandió sus límites territoriales.

Dato Curioso

Durante su campaña militar contra Persia, Alejandro se desvió hacia el sur, conquistando Tiro y luego Egipto, pasando por lo que hoy en día es Israel. Hay una historia fascinante acerca del primer encuentro entre Alejandro y los judíos de Israel, quienes se encontraban bajo el dominio del imperio persa.

La narración se encuentra registrada tanto en el Talmud (Yomá 69a) como en el libro "Antigüedades Judías" del historiador judío Flavio Josefo (XI, 321-47). En ambos relatos el Sumo Sacerdote del tempo de Jerusalem, temiendo que Alejandro fuera a destruir la ciudad, salió a su encuentro antes de que llegara a la ciudad. La narración describe como Alejandro, al ver al Sumo Sacerdote, se bajó de su caballo e hizo una reverencia (Alejandro raramente, quizás nunca, se postraba ante alguien). En el relato de Flavio Josefo, cuando el general Parmerio le preguntó la razón, Alejandro respondió: "No hice una reverencia ante él, sino ante el Dios que lo ha honrado con el Sumo Sacerdocio; pues he visto a esta misma persona en un sueño, con esta misma apariencia". Alejandro interpretó la visión del Sumo Sacerdote como un buen presagio, y por tanto se apiado de Jerusalem, absorbiendo pacíficamente a la tierra de Israel en su creciente imperio. Como tributo a su conquista apacible, los sabios declararon que los primogénitos de aquella época fueran llamados Alejandro – el cual sigue siendo un nombre judío hasta el día de hoy. Y el día de aquel encuentro, 25 de Tevet, fue declarado una festividad menor.

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